Este dialecto vasco, al igual que sucede con algunas prendas de la indumentaria tradicional del Valle, es un elemento único, que permite diferenciar al Valle de Roncal de cualquier otra zona. Su expansión incluía a las siete villas roncalesas.
A su vez, dentro de la lengua vasca, y posiblemente a causa de la difícil orografía del Valle de Roncal que dificultaba su relación con otros valles, el uskara roncalés es el que ha conservado las formas lingüísticas más arcaicas. Estamos ante un dialecto conceptuado como el más antiguo de Europa.
El Príncipe Bonaparte, en su estudio sobre la variedad dialectal de Navarra, catalogó al vascuence roncalés como un subdialecto del souletino, si bien, son hoy varios los lingüistas que lo diferencian claramente de los dialectos bajo-navarro y souletino, así como de los romances bearnés y aragonés. Otros lingüistas, como el izabar Bernardo Estornés Lasa, han defendido que el uskara roncalés es una lengua, y que el vascuence es un conjunto de lenguas.
Desaparición
Todavía a finales del siglo XIX el vascuence roncalés era de uso habitual en las casas, en la tienda o en las tertulias vecinales. Los hombres dominaban también el castellano, necesario para ellos en las rutas trashumantes y en los puertos almadieros. Las mujeres, que únicamente salían del Valle para ir a Mauleón a trabajar en la fabricación de alpargatas, nunca dejaban de hablar el vascuence, pues en la otra vertiente se utilizaba el souletino, de gran parecido al dialecto roncalés.
Ese mismo siglo, finalizada la Guerra Carlista, llegan al Roncal maestros no euskaldunes que prohiben y castigan en las escuelas el uso del vascuence.
Seguidamente vendría la construcción de la carretera hasta Isaba, siendo éste un nuevo foco de castellanización. Por ella llegaron los forasteros, procedentes mayormente de Andalucía y de Valencia, que venían a trabajar a la selva de Isaba; también los vendedores ambulantes; y los obreros que vinieron a construir la carretera hasta el llano de Belagua, y…
De la conjunción de todos estos factores surgió el sentimiento y la sensación de que el uso del vascuence era algo poco práctico, sabiéndose además que en la capital estaba mal visto; era sinónimo de incultura.
Es así como en el último cuarto del siglo XIX el uskara roncalés iniciaba una lenta agonía, quedando relegado a principios del siglo XX al interior de los hogares roncaleses y, ocasionalmente, a las tertulias vecinales. En Burgui, primera localidad en donde desaparece esta lengua, se sabe que en 1866 “el vascuence es hablado por una minoría en la que no cuentan los jóvenes”, tal y como lo expresa González Ollé en su obra “Vascuence y romance”. A principios del siglo XX parece ser que los burguiarres que hablaban algo de vascuence se podían contar con los dedos de la mano. Durante el primer tercio de ese siglo eran las personas de 40 ó 50 años para arriba las únicas que lo utilizaban.
Aquella generación de niños que en la escuela sufrieron castigo por usar su lengua materna fue, curiosamente, la última generación en hablarla y en recibir su transmisión. A partir de entonces, el uskara duraría lo que aquéllos que fueron niños a finales del siglo XIX.
En 1967 fallecía en Isaba don Ubaldo Hualde, última persona que escribía y hablaba el vascuence roncalés. En 1992, con la muerte de doña Fidela Bernat, en Uztárroz, última persona que lo habló, desaparecía para siempre el elemento más identificativo del Valle de Roncal: el uskara.
Defensa del euskera
Durante la II República española (1931-1936), se creó en el valle la asociación “Erronkari’ko uskaltzaleak”, cuya actividad en defensa de la lengua vasca se centró en solicitar a la Junta del Valle su patrocinio para crear aulas en donde se impartiesen las clases en vascuence.
Unas décadas más tarde, en los años setenta, sería el propio vicepresidente de la Diputación Foral de Navarra, don Amadeo Marco, quien hiciese un esfuerzo desesperado por proteger la lengua roncalesa a través de la concesión de ayudas para su estudio y su promoción.
En esa misma década se llegaron a dar clases particulares de vascuence durante el verano, utilizándose para ello el libro de texto de uskara roncalés escrito por el izabar José Estornés. Extinguida ya la lengua roncalesa los esfuerzos van encaminados a promocionar en el valle el uso del vascuence unificado, o euskera batua.
Ya en los últimos años del siglo XX se implantó en el valle la coordinadora de alfabetización en euskera para adultos, AEK, que impulsó las clases particulares entre adultos. De forma paralela se implantó el modelo D de enseñanza que permitió a cuantos escolares lo quisiesen una educación escolar en euskera.
En el año 1996 nació en el valle la asociación cultural Kebenko con el fin de promocionar y defender el vascuence dentro del Valle de Roncal.
En el año 2001 el decreto sobre el euskera dictado por el Gobierno de Navarra provocó el pronunciamiento en su contra de varios ayuntamientos del valle, por entender que ese decreto atentaba contra los derechos del valle a usar el vascuence tanto en su toponimia como en las denominaciones oficiales de las localidades. Por ese mismo motivo el 21 de abril de 2001 se manifestaron en Roncal dos centenares de personas convocadas por la asociación cultural Kebenko y respaldadas por diversos colectivos sociales y culturales del Valle de Roncal (AEK, la Apyma de la concentración escolar Julián Gayarre, el Centro de Interpretación de la Naturaleza, la Escuela de Esquí del Valle de Roncal, el Servicio de Euskera, el animador socio cultural del valle, la Asociación de Almadieros, y el colectivo Gaztelu). Esta manifestación formaba parte de la campaña “Euskera kaleratu”, promovida por Kebenko con el objetivo de lograr la normalización del euskera en el Valle de Roncal.
En el mes de junio de 2004 se hizo una kalejira por todo el valle en la que se aprovechó para colocar en la carretera, junto al rótulo oficial, un rótulo complementario con la denominación euskaldún de la localidad. Quedaron exentas de este acto reivindicativo las localidades de Garde (se escribe igual en castellano que en vascuence) e Isaba, localidad esta última que ya dispuso en su día que la rotulación fuese bilingüe. Curiosamente los rótulos que se colocaron con la denominación euskaldún de las cinco villas roncalesas fueron retirados unas semanas después.
En la defensa del uskara roncalés el Valle de Roncal ha tenido la suerte y el privilegio de contar con el esfuerzo de los hermanos Estornés Lasa, de Isaba, que dedicaron buena parte de su vida a recoger vocablos, refranes, dichos, poemas y canciones de la vieja lengua roncalesa, que quedaron impresos y divulgados a través de varios libros entre los que se encuentra una gramática, de José Estornés, y un valioso diccionario de castellano – uskara roncalés, de Bernardo Estornés, en el que quedaron plasmados los esfuerzos de setenta años de investigación. Es así como hoy podemos decir que aunque el uskara está ya extinguido, la labor de los hermanos Estornés nos permite conocer actualmente un porcentaje muy elevado de esta lengua.